Escondido en lo profundo del bosque de Estonia, el Centro Arvo Pärt no tiene entrada central ni salida principal.
Nombrado en honor al compositor moderno más famoso de Estonia, el centro cultural es un edificio que busca encarnar una pieza de música clásica.
Las paredes curvas sugieren el ascenso y la caída de melodías entrelazadas, mientras que las columnas circulares reflejan los troncos de los árboles del paisaje forestal circundante.
En otra parte del sitio se encuentra una torre delgada, que se eleva sobre el dosel, así como una capilla minimalista que rinde homenaje a la inspiración religiosa de Pärt.
“El edificio no tiene principio ni fin, no tiene fachada principal ni secundaria: se percibe en continuidad”, dicen Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto, que dirigen el estudio - Nieto Sobejano Arquitectos - detrás del centro. Describen el edificio, que proporcionará un hogar a proyectos que apoyan el arte y la música, como "una metáfora de las profundas conexiones que vinculan el sonido, el tiempo y el lugar".